La fruticultura del Alto Valle perdió más de 14 mil hectáreas
El deterioro que sufrió la fruticultura en estos últimos años queda al desnudo con la estadística que presentó el Servicio Nacional de Seguridad Agroalimentaria (SENASA).
Allí se refleja que en 2009 existían en los valles irrigados de Río Negro y Neuquén 52.055 hectáreas con producción frutícola (pomáceas y carozo). El año pasado, esa superficie era de 37.873 hectáreas.
Las frías estadísticas reflejan que, en este período bajo análisis, salieron fuera del sistema poco más de 14.182 hectáreas, a una tasa de 1.000 hectáreas por temporada, mermas que representan una caída en la superficie productiva de poco más del 25%.
Para los analistas, “con una simple cuenta podemos inferir que poco más de 600.000 toneladas de fruta quedaron fuera del circuito en estos últimos 14 años, volumen que representa a unos 3.500 trabajadores permanentes menos en el campo y los galpones de empaque; entre 8.000 y 9.000 trabajadores transitorios menos; unas 25.000 cargas de camiones paralizadas y con la matriz comercial existente a la fecha, más de 120 millones de dólares que dejaron de ingresar a la zona para alimentar el movimiento económico de gran parte de las ciudades de la región”.
Este terrible contexto no es potestad solo de las peras y manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén, muchas economías regionales, aunque con daños de menor intensidad, se encuentran en una situación similar.
Pequeños productores, los más afectados. Cuando se desglosan las estadísticas del SENASA se observa que en 2019 el sistema frutícola contenía a 2.667 productores. La mayor parte de ellos vivía en las chacras y su principal fuente de ingreso era la venta de fruta. El año pasado, esa cifra alcanzó 1.605 productores. Fueron 1.602 los que dejaron la actividad, a una tasa de 76 productores por año.
Del total marginados de sus explotaciones, el 95% tenían menos de 30 hectáreas. Es decir, eran pequeños chacareros que por diversas causas no pudieron competir con el modelo económico impuesto en todos estos años. En el otro extremo, aquellos con más de 50 hectáreas de producción, solo uno fue expulsado del sistema. En 2009 existían 127 productores en este rango de superficie; el año pasado ese número fue de 126 productores.
El anuario de SENASA refleja que durante el año pasado, esta tendencia se mantuvo sin cambios. En 2022 había registrados 1.605 productores contra 1.727 que estaban declarados en 2021. En un año 122 productores menos, y todos ellos tenían menos de 30 hectáreas.
Fuente: LM NEUQUEN